Cada año, miles de personas sufren accidentes cardiovasculares que podrían haberse evitado con hábitos saludables y controles médicos adecuados. En el contexto del Día europeo de la prevención del riesgo cardiovascular, vamos a hablar en esta entrada al blog de salud del grupo Ribera sobre cómo la prevención es la mejor herramienta para reducir el riesgo de enfermedades del corazón y mejorar la calidad de vida.
Factores de riesgo y cómo controlarlos
El riesgo cardiovascular está influenciado por diversos factores, algunos modificables y otros no. Entre los principales factores prevenibles destacamos:
- Alimentación saludable: Una dieta equilibrada es fundamental para la salud del corazón. Se recomienda:
- Reducir el consumo de sal, azúcares y grasas saturadas.
- Aumentar la ingesta de frutas, verduras, legumbres y pescado.
- Preferir grasas saludables como las del aceite de oliva y frutos secos.
- Ejercicio regular: La actividad física mejora la circulación y fortalece el corazón. Se aconseja al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado, como caminar, nadar o montar bicicleta.
- Control del estrés: El estrés prolongado puede aumentar la presión arterial y el riesgo de infartos. Técnicas como la meditación, la respiración profunda y actividades recreativas pueden ayudar a reducirlo.
- Evitar el tabaco y el alcohol en exceso: Fumar multiplica el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Asimismo, el consumo excesivo de alcohol puede elevar la presión arterial y provocar daños al corazón.
- Revisiones médicas periódicas: El control de la presión arterial, los niveles de colesterol y la glucosa en sangre es clave para detectar problemas a tiempo. Especialistas recomiendan chequeos anuales, especialmente en personas con antecedentes familiares.
La doctora Rosario Cortina, cardióloga en el hospital Ribera Covadonga, explica que la mayoría de las enfermedades cardiovasculares se deben a aterosclerosis (acúmulo de colesterol en las paredes de los vasos sanguíneos), complicada por trombosis. “Las manifestaciones clínicas más frecuentes son angina o infarto de miocardio, muerte súbita, ictus o accidente cerebrovascular, enfermedad de la aorta o arteriopatía periférica”, explica. Pero añade que no hay que olvidarse de otras patologías como la hipertensión arterial, la insuficiencia cardiaca, la fibrilación auricular y otras arritmias, valvulopatías, miopatías etc. “Entre el 80 y el 90% de los infartos se podrían prevenir actuando sobre ellos”, asegura.
Prevenir es siempre mejor que curar. Adoptar hábitos saludables y realizar chequeos médicos periódicos puede marcar la diferencia entre una vida plena y un problema de salud grave. La clave está en la constancia y en hacer de la prevención una prioridad diaria.
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